7/6/09

Clarín, por derecha

El origen de la acusación de monopolio al grupo económico cuya principal actividad son los medios de prensa. El porqué de esta categorización . Y también los riesgos, advertidos desde el posicionamiento político menos pensado.

Clarín es uno de los grandes grupos concentrados de la economía argentina. Al igual que los Bulgheroni, los Rocca y los Perez Companc, el dúo Magnetto – Herrera de Noble ha constituido un emporio que trasciende la actividad primaria de la surgió.

Clarín, en rigor AGEA (Arte Gráfico Editorial Argentino), es un complejo de la industria cultural. Sostener que su principal objetivo es el derecho a la información ciudadana o la libertad de expresión, equivale a pensar que la preocupación principal de los Perez Companc al frente de Molinos Río de la Plata, es la seguridad alimentaria de la población argentina. En ambos casos, el fin principal es la obtención de ganancias con las particularidades rentísticas y prebendarias del capitalismo argentino; sólo el modo de alcanzar esta meta diferente (la prensa, es decir una actividad cultural, en el primero; los alimentos, una actividad comercial, en el segundo).

Aclarado este punto, que deja de lado varias zonceras e ingenuidades, pasemos a la pregunta central de este artículo ¿De dónde surge que Clarín es un monopolio?

Para encontrar la respuesta no hay que irse muy lejos en el tiempo. Hace más de 15 años, Julio Ramos, el fundador y director hasta el día de su muerte del matutino “Ambito Financiero”, publicó su primer libro. Se llamó “Los cerrojos a la prensa”. El tema principal era la concentración de medios y actividades diversificadas en que había entrado Clarín desde que sus buenas relaciones con las autoridades de la última dictadura militar le habían dejado el control, en sociedad con La Nación y el Estado nacional, de Papel Prensa.

Este dato es clave: hasta fines de los 80’ y principios de los 90’, el control sobre las cuotas de papel para los periódicos, sobre todo de las provincias, definía la continuidad o no de las publicaciones.

Desde entonces, comenzó una rápida carrera de concentración. Pero, retomando. ¿Por qué utiliza Ramos este término, que en rigor significaría la ausencia de otros medios de comunicación, hecho que no se corresponde de la realidad? Respuesta: retoma un concepto utilizado por Clarín.

El 9 de mayo de 1956, el diario entonces dirigido por su fundador, Roberto J. Noble, publicó un editorial refiriéndose a lo que le tocó vivir durante el peronismo, que por entonces se denomina dictadura en homenaje al calificativo aplicado a quien fundó y dirigió el movimiento, Juan Perón, a quien se tildaba de “tirano prófugo”.

Cita Ramos de la mencionada editorial: “Obvio es decir que los procedimientos que la tiranía puso en práctica para entorpecer o anular el libre desenvolvimiento de los diarios que, como Clarín, no se dejaban absorver por su insaciable monopolio periodístico, tuvieron evidente analogía con los que aplicó a no pocas y útiles empresas privadas de distinto carácter, a las que también se hizo víctima de exacciones y extorsiones cuya revelación ha resultado aleccionadora para la ciudadanía”.

El autor analiza: “Lo que determina la calidad o categoría monopólica – como Roberto J. Noble analizó bien en su editorial – no es que haya un solo medio en el mercado sino la dimensión y la gravitación del medio más fuerte. Para Clarín era monopolio la ‘cadena’ de diarios del peronismo aunque junto a ella estaban Clarín, La Nación, El Intransigente de Salta, Radio Colonia, etc. Por eso mismo, como Noble sabía bien, Clarín en los años ’90 es monopolio aunque haya otros medios, porque domina en promedio más de 65% del total del mercado de la producción, gráfica, ingreso publicitario, ondas radiales y televisivas, proyectos satelitales y otras formas de transmisión”.

Pongamos algo de relieve, por si no quedó suficientemente aclarado: quien hace estas imputaciones no es un teórico marxista, sino el fundador y director del diario preferido de la city financiera porteña, un hombre que abiertamente apoyó hasta el último día de su vida a Carlos Menem y al programa político y económico que encarnó el ex – presidente.

Es precisamente este liberal quien asevera: “Es sin duda tan insaciable monopolio periodístico Clarín en 1993 por la sofisticación de su bagaje de medios, como lo era aquella ‘cadena’ exclusivamente de medios gráficos y radios del peronismo del ’50 al ’55”.

Blanco sobre negro

Ramos, montado sobre su concepción liberal de la política y de la sociedad, deja también algunas advertencias.

- “Un monopolio de prensa tiene una tendencia natural al ahogo de la competencia y a la expansión mucho mayor que la que mostraría un sujeto malvado que buscase deliberadamente el mismo fin. Y al final la conclusión será inevitable: si un mal es natural y creciente, sólo la legislación puede detenerlo, porque aunque se diera el caso de que los monopolios fueran dirigidos por hombres comprensivos y buenos, eso sería insuficiente para frenar sus desbordes sobre el cuerpo social”.

- “Los monopolios culturales, como son los de prensa, se preocupan también por su lucro pero predominan otros factores como no se observa en ningún otro monopolio meramente comercial. Estos factores son los aspectos políticos, ideológicos y hasta las ambiciones personales”.

- “El ciudadano común es, desde ya, el más desprotegido: puede ser inducido políticamente, privado de ver, leer o escuchar lo que desee si no conviene a las concentraciones dominantes o sufrir malformaciones morales, él o su familia, porque los monopolios de prensa pueden adulterar nada menos que la información. Inclusive, aunque no se lo propongan expresamente, porque tienden a exterminar o debilitar a los medios de difusión alternativos que forman el mosaico de la diversidad de los mensajes necesarios para que exista un Estado democrático”.

- “Los brazos de un monopolio periodístico más tarde o más temprano, alcanzan a todos y a todos lados (…) El monopolio Clarín se encamina indefectiblemente a dominar todos los fenómenos de expresión y de comunicación en la Argentina (…) Si algún día llega a haber una tecnología especial para diarios o informaciones a domicilio también tratará de dominarla. Si toda esa expansión no la hiciera por maldad la haría por simple desborde”.

Esta “tecnología especial” que Ramos vaticinaba llegó al poco tiempo y Clarín, tanto en la provisión del servicio como en la generación de contenidos, ha cobrado también un rol preponderante.

Solo resta, pues, recomendar la lectura del libro de Ramos a quienes consideran que la sanción de una ley de servicios audiovisuales que le ponga coto a las aspiraciones de concentración de Clarín responde a una coyuntura simplista de disputa política entre el partido de gobierno y el medio, circunscripa en mera cotidianeidad ahistórica con la que el grupo presenta la información día a día las noticias.

Estos párrafos que anteceden están tomados de las primeras páginas de un trabajo que totaliza 359 con sus anexos documentales. Los datos económicos y de expansión del multimedia están desactualizados, pero los conceptos se mantienen vigentes. Y cobran mayor impulso por quien los dice, que no es precisamente alguien que esté buscando una transformación radical de la sociedad argentina, sino todo lo contrario.

Juan A. Bracco
Especial para Hablemos, de El Cronista Digital.